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miércoles, 26 de octubre de 2011

HISTORIA CON FILOSOFÍA DE TRIUNFO: ¡Viva el Perú generoso!

LA CAMPAÑA NAVAL DE 1879: LOS HOMBRES

Hugo Ramírez Canaval*

Vuestra presencia hace hermosa esta noche y en el ambiente flota una sensación de patriotismo y orgullo, como sucede en todo el Perú cada mes de Octubre con las conmemoraciones por el “Día de la Marina”, oportunidad en la que los peruanos rendimos homenaje a quienes con una campaña gloriosa y con su heroico sacrificio, han honrado al Perú, le han dado valor a nuestra vida, nos permiten llevar la frente alta.

Siguiendo con una patriótica costumbre en ADOGEN, los señores Generales y Almirantes, congregados en Sesión Solemne, rinden homenaje a la Gloriosa Marina de Guerra del Perú –mi Marina, nuestra Marina- Institución Tutelar de la Patria, con motivo de celebrarse los 190 años de su creación política, el 8 de Octubre de 1821, fecha en la que por una Divina coincidencia, también rememoramos que el 8 de Octubre de 1879, hace 132 años, el nombre del Perú volvió a elevarse a las alturas de la fama, esta vez ya no por las grandezas de nuestros antepasados como cultura o civilización, sino, por actos de hombría, de valor, de osadía, así como de pericia marinera y generosidad de un grupo de peruanos que con Grau a la cabeza, fueron al sacrificio, entregando la vida –como hacen los hombres- por el honor de la Patria, en el epílogo de aquella campaña gloriosa de 6 meses, el Combate Naval de Angamos, sin medios y sin miedos…¡Sí, sin medios! debido al irresponsable abandono de los políticos… que como sabemos, habían licenciado el ejército y desguazado los anticuados y pequeños buques de guerra, y en el colmo de la ingenuidad, cuando Grau y los marinos pedían buques para hacer frente a los blindados chilenos, el presidente que sabía que Chile se estaba armando, dijo: “Mi compadre Pinto (por el presidente de Chile) no me va a hacer la guerra”. Por su parte, la opinión pública –como siempre desinformada en asuntos de la defensa nacional- les llamaba “los marinos alarmistas”.

Quienes han escrito la historia de aquellos años, “nunca se han enterado” de cómo el poder inglés estaba promoviendo la invasión chilena… Habría que investigar cuántos de esos que hablaban de “alarmistas” estaban comprometidos con los ingleses. ¡Y cuántos de esos que decían que la marina peruana era poderosa…!. Los jóvenes historiadores tienen una tarea.

Creo que una manera de rendir homenaje a la Gloriosa Marina de Guerra del Perú, es demostrar de qué lado estaban la superioridad profesional, la pericia y la moral de la que tanto hablan los historiadores chilenos…

Para cumplir con el honroso encargo, acudí a la información de historiadores extranjeros y chilenos, sobre la manera y los modos en que los actores de aquella desigual campaña, cumplían con su tarea. Está escrito que a pesar del inmenso poderío militar de que disponían, los enemigos de entonces no fueron los rivales que la tradición de las guerras en el mar, exigía. Así dicen los propios historiadores chilenos.

En cambio, ellos mismos informan y nos dan pruebas de lo que todos sabemos, de cómo los marinos peruanos, sin tener los medios, dieron suficientes muestras de la valía de nuestra raza, cuando con valor y osadía rayanas en un desprecio por la vida si se trataba de cumplir su deber con honor, defendiendo nuestra frontera más extensa, que entonces como ahora, era el mar, nuestro Mar de Grau… Tal como lo haríamos ahora, si se presenta la ocasión.

Hago esta referencia a las calidades de los combatientes, porque debido a una historia incompleta y mal enseñada, hay todavía peruanos que creen que aquella guerra la perdimos ante un pueblo más guerrero... El problema es que después de la debacle de 1879, las reacciones se han trastocado en nuestros historiadores y en lugar de contar que la guerra la perdimos ante el poder inglés –como fue, realmente- y escribir sobre las grandezas de los peruanos de siempre –que tal vez habrían paliado el dolor- se han dedicado a contarnos de batallas perdidas y de la guerra perdida. Lo que sabemos de nuestras glorias navales, lo sabemos casi en su integridad -aunque parezca mentira- por historiadores extranjeros y chilenos. Ojalá que las nuevas generaciones de estudiosos de nuestra historia, nunca nos oculten nada… ¡Que además, resalten las grandezas de nuestra gente!

Conociendo bien las grandezas de nuestros ancestros y las limitaciones de otros, deberíamos fundamentar una historia con filosofía de triunfo, sin tener que mentir. ¿Podemos –por un momento- imaginar cuál sería la mentalidad de los peruanos si se nos hubiera enseñado que la guerra de 1879 la perdimos ante el poder inglés y que los chilenos entraron en pánico ante la misma escuadra española que los peruanos derrotamos en 1866?.

En cambio, nuestros vecinos sí tienen una historia “triunfalista” con la que han creado un pueblo petulante y hostil, a base de mentiras…Una muestra de esa costumbre nos la dio el jefe de la marina chilena en Mayo de 1979, el año del centenario de la guerra, cuando en entrevistas con la prensa, decía sin sonrojarse: “Estamos celebrando el centenario de una guerra que nos hicieron 2 países más poderosos, pero como el pueblo chileno es superior, Chile ganó la guerra”. También decía: “Tengo los mejores marinos de esta parte…”. Y agregaba: “En 1866, Chile declaró la guerra a España, para ayudar al Perú”.

Ante tales mentiras, le respondí en dos artículos, de fecha 28 de Junio y 12 de Julio de 1979, en los que le decía que en su condición de comandante en jefe, se veía muy mal que mienta así y le recomendé aprender la historia de su patria, que podía comenzar leyendo al chileno Francisco Encina, quien cuando relata el paso por aguas chilenas de la escuadra española al mando del almirante Pareja, en ruta al Callao y amenazó con bombardear Valparaíso si Chile no satisfacía ciertas exigencias, dice: “De inmediato se produjo un PANICO…sin demora partieron plenipotenciarios en todas direcciones… Santa María (el canciller) fue a Lima con la misión de obtener el concurso de las fuerzas navales peruanas…”. A su regreso informó que la escuadra peruana se dirigía a defender a Chile y que, además, había conseguido que el Perú declare la guerra a España, el 14 de Enero de 1866, para ayudar a Chile.

Hay que remarcar que la escuadra que causó tal pánico en Chile, era la misma que los peruanos –nuestros valerosos antepasados- vencieron solos en la mañana de aquel glorioso 2 de Mayo de 1866 en el Callao. Solos, sin pedir ayuda a nadie, desde tierra, sin escuadra, porque nuestros buques seguían cuidando el litoral chileno, después del Combate Naval de Abtao, el 7 de Febrero de 1866.

También es necesario aclarar que la “escuadra aliada” de la que hablan los historiadores, a la hora del combate estaba compuesta solamente por los 4 buques peruanos y la pequeña Covadonga chilena, al mando del Capitán de Navío Manuel Villar, porque cuando se informó de la presencia de la escuadra española, el almirante Juan Williams, jefe de la escuadra aliada, se fue a Ancud, comunicando a Villar, que tome el mando, porque se iba a buscar carbón, personalmente.

Es lamentable que los historiadores nos cuenten de una “cuádruple alianza” supuestamente para ayudar al Perú, siendo que los gestores fueron los chilenos que viajaron a pedir el mismo auxilio que Santa María buscaba en Lima, resultando como una cuádruple alianza, el apoyo que Ecuador, Bolivia y el Perú, le dieron a Chile.

A pesar de tanta ayuda y la protección que les dimos, solamente 13 años después, nos invadieron en 1879, por la presión y la ayuda del poder inglés. De esta verdad, como es lógico, no se ocupan los chilenos, pero lo increíble es que los historiadores peruanos tampoco lo mencionan.

Sucedió que en el período del Presidente James Garfield de los EEUU de Norteamérica, su Secretario de Estado James Blaine, presentó un informe al Congreso, el 27 de Abril de 1882, y decía: “La victoria naval de Chile lanza todo el negocio peruano-boliviano del salitre, en manos de Inglaterra… Los acorazados que destruyeron a la marina peruana fueron proporcionados por Inglaterra. Es más, hasta la tela de los uniformes de la infantería chilena, es inglesa. Es un error completo hablar de esta guerra como si se tratara de una guerra de Chile contra el Perú. En realidad se trata de una guerra de Inglaterra contra el Perú”.

Parte de ese apoyo era la persistente oposición de la diplomacia inglesa para frustrar las tardías gestiones del Perú, para adquirir buques de guerra…¡todas fracasaron!

Para apreciar las diferencias entre los hombres de aquella campaña, debemos empezar por conocer en alguna forma, los medios con que contaban, eso que se llama poder combatiente relativo. Los tres pequeños buques peruanos: el monitor Huáscar, la corbeta Unión y la pequeña cañonera Pilcomayo, que sobrellevaron la gloriosa campaña, contaban con cañones tan antiguos que se cargaban como los arcabuces de Pizarro, por la boca, y disparaban bolas de fierro, que en el caso del Huáscar, cuando daban en blanco, rebotaban en la coraza de 9 pulgadas de los blindados.

Mientras que los buques chilenos tenían cañones como los de ahora, con cierre y ánima rayada, que disparaban los modernos proyectiles perforantes.

El venezolano Jacinto López, dice: “La guerra marítima estaba de antemano decidida contra el Perú, y habría sido así aún en la hipótesis de que sus buques hubieran estado en condiciones de campaña cuando Chile declaró la guerra, porque la superioridad de la escuadra chilena sobre la peruana era abrumadora y el grado de desigualdad entre ellas, no permitía al Perú esperanza alguna de victoria… Puede decirse que en realidad no tenía escuadra…Es claro que si (Perú) no hubiera estado enteramente desapercibido y sin preparación alguna en absoluto para la guerra, Chile jamás hubiera declarado la guerra”.

El historiador chileno, Vicuña Mackenna, dice:”El único blindado de campaña de que dispone el Perú, es el Huáscar con sus cañones de 300. Respecto de los buques de madera, la superioridad de la marina chilena no admite discusión, con nuestras excelentes 3 corbetas, la marina peruana solo puede oponer una sola, la Unión. Respecto de cañoneras, la misma inferioridad, Perú solo tiene la cañonera Pilcomayo”.

En cuanto a los hombres, la diferencia era también abismal. Si bien los peruanos se hallaban en clara desventaja material, en cambio, moral y profesionalmente eran del todo superiores. Tan conscientes estaban los chilenos de la incapacidad de su gente de mar, que al empezar la campaña, nombraron 2 civiles políticos y abogados: Rafael Sotomayor, como Ministro en Campaña embarcado, para controlar al almirante; el otro era Eulogio Altamirano, que lo nombraron Comandante General de la Marina.

Jacinto López, dice al respecto: “La escuadra peruana probó que era capaz y digna de triunfar, en tanto que la escuadra chilena demostró que su triunfo no sería, como lo fue en efecto, sino el resultado inevitable de su superioridad material, que se habría impuesto y se impuso a pesar de la torpeza, la incompetencia, la pusilanimidad y la inútil perversidad de sus oficiales.”.

El historiador itaIiano Tomás Caivano, dice: “No teniendo contra sí más que las 2 miserables corbetas Unión y Pilcomayo, la escuadra chilena era dueña absoluta del mar, sin embargo nada intentó… Chile tuvo miedo esa es la verdad, miedo de un enemigo por tantas razones condenado a la impotencia y que disponía de fuerzas muy inferiores a las suyas… Es necesario forzosamente sacar como conclusión que los capitanes chilenos eran o infinitamente pusilánimes o infinitamente ineptos e incapaces…”.

También tenemos referencias directas de historiadores chilenos sobre los almirantes de ambas escuadras.

Benjamín Vicuña Subercaseaux, escribió: “En verdad e imparcialmente considerado, Grau fue el alma y la figura descollante de esta guerra naval, tanto por su pericia náutica y su sentido estratégico, como por su heroísmo sólido y práctico.”.

Jorge Inostrosa, cuando relata la segunda campaña del Huáscar y su ingreso de noche en la bahía de Iquique, dice: “El dragón del mar había vuelto a aparecer… había un solo hombre capaz de meterlo en la bahía desdeñando la vigilancia de la escuadra chilena… La inconcebible y burlesca incursión del Huáscar, la desdeñosa prueba de superioridad dada por el almirante Grau, hizo enrojecer de vergüenza a los chilenos.”.

Sobre el jefe de la escuadra chilena:

El 27 de Junio de 1879, el Canciller Domingo Santa María escribe una carta al Ministro del Interior Antonio Varas, y le dice: “No conservo ilusión alguna. Bástele decir que ayer he llegado a llorar de amargura. Williams no es el hombre que creíamos… ha llegado a decirme que todos nuestros buques no sirven para nada, y que nuestros blindados no pueden batirse con el Huáscar.”.

Deseo presentar algunos casos específicos que diferencian a los hombres de aquella campaña; con detalles generalmente desconocidos por nuestros historiadores.

El primer cañonazo de la guerra fue disparado el 12 de Abril, 1 semana después de la declaratoria de guerra, por el buque más pequeño de ambas escuadras, la cañonera peruana Pilcomayo mientras perseguía a una corbeta chilena armada con cañones del doble de alcance.

La historia es graciosa: sucede que la Pilcomayo de 600 toneladas (una bolichera), comandada por el Capitán de Fragata Antonio de la Guerra que había salido a patrullar sin temer a la poderosa escuadra chilena, con la caldera mal reparada que no le permitía dar ni siquiera los 4 nudos. A la altura de Chipana, avistó un buque y puso proa hacia él, que resultó ser la poderosa corbeta chilena Magallanes al mando del Capitán de Fragata Juan J. Latorre -el mejor oficial chileno- que corría al encuentro de la Pilcomayo creyendo que era chilena, pero en cuanto reconoció que era la peruana Pilcomayo, Latorre dio media vuelta y acelerando se alejó. Fue al iniciar esa persecución que La Pilcomayo disparó el primer cañonazo de la guerra. La persecución terminó por fallas en la caldera.

Veamos que dice el comandante de la Magallanes en su parte oficial: “La lentitud en sus movimientos nos permitió avanzar ventajosamente, obligándolos, además, a emprender en seguida el de caza. A las 11:50 la Pilcomayo rompió los fuegos de enfilada sobre la Magallanes… Prosiguió después, su movimiento de caza disparándonos siempre… Por mi parte a fin de no perder lo ventajoso de nuestra posición no contesté absolutamente los fuegos de la Pilcomayo”.

Esta es la descripción patética de una fuga o una retirada, pero el historiador chileno Luis Langlois, dice: “Este combate iba a demostrar las incapacidad del jefe peruano…y a la vez demostró pericia y valor del jefe chileno…el éxito corona una vez más a quien arriesga y afronta con valentía y decisión la empresa”.

El chileno Carlos López Urrutia, dice: “Chile iba a señalar las características de todos los combates navales de la guerra, cualquiera que fuese el desequilibrio material, Chile iba a llevar la ventaja gracias a la pericia de sus oficiales”.

Tenemos otro caso de la “pericia chilena”. Los historiadores chilenos nos cuentan de un lamentable caso de impericia marinera: la escuadra chilena al mando del almirante Williams Revolledo, se perdió viniendo de Iquique y cuando llegó al Callao, ya era tarde, el objeto del viaje se había frustrado. Se les perdió el buque carbonero y no tenían cómo regresar… sin haber llegado. Lo terrible fue el ridículo que hicieron… y el peligro a que expusieron todo su litoral… El regreso de los buques fue lamentable.

El chileno Bulnes comenta: “La vuelta fue un desastre que pudo costar la pérdida de las corbetas… tuvieron que volver a la vela en distinta dirección por falta de carbón… la escuadra volvía como una armada en derrota, los blindados economizando las paladas de carbón, para llegar a Iquique”.

El historiador chileno Luis Langlois, dice: “No podía ser más estéril e ingrata la expedición. Habíamos pagado caro nuestros primeros errores, la tardía decisión de atacar directamente al enemigo, la pésima composición de nuestra división de ataque…”.

Otro chileno, Jorge Inostrosa, cuando se refiere a la reacción del Presidente Pinto al enterarse del viaje de su escuadra al Callao, dice: “El Presidente no habló más, pero al volver a sentarse trémulo, demudado, en su cerebro se presentaba la posibilidad de que las dos escuadras se crucen sin avistarse… en esos mismos momentos navegaban hacia el norte barcos chilenos cargados con 2500 soldados y valiosísimo material de guerra, todo lo cual estaba expuesto a ser capturado o hundido…si esto no ocurría, cuando menos el puerto de Antofagasta estaría perdido, bastaría con que los cañones de los monitores destruyeran las máquinas resacadoras de agua para obligar a todo el ejército expedicionario a rendirse por la sed. ¡Chile está suspendido sobre el desastre!, reflexionó en voz alta el presidente… ¡Si no ocurre un milagro, podemos ser vencidos en unos pocos días!

Y el milagro ocurrió: El Huáscar y la Independencia entraron en Iquique… ¡Y perdimos la Independencia!

En el Combate Naval de Iquique, Grau hunde la corbeta Esmeralda con el espolón y recoge del mar a 62 náufragos sobrevivientes chilenos, quienes agradecidos lanzan ese ¡Viva el Perú generoso! en la cubierta del Huáscar, mientras que a la misma hora y 10 millas al sur, el chileno Condell ametrallaba a los sobrevivientes de la Independencia que en plena persecución había quedado varada.

El chileno Jorge Inostrosa, dice: “La Covadonga huía hacia el sur…cuando entraron en la caleta Chiquinata, el práctico inglés Stanley que conocía esos bajos, le dijo a Condell que si la Independencia entraba persiguiéndolos, podía considerarse varada…”. Después de relatar el accidente, dice: “Condell dio la orden de regresar y al pasar por el costado de la Independencia varada, ¡fuego! gritó con ferocidad, era aquella una matanza despiadada.”.

Tomás Caivano, dice: “Ligera y veloz, la Covadonga emprendió su fuga siguiendo las sinuosidades de la costa…More (el comandante de la Independencia)–con su cañón de proa malogrado- deseoso de poner fin a la persecución decidió recurrir al espolón… cuando un escollo submarino desconocido, no señalado en la carta, detiene violentamente la marcha de la Independencia haciéndola naufragar. ¿Qué hizo entonces la Covadonga? Cañonear impunemente por más de 40 minutos a los náufragos… ¡Cuál diferencia entre la conducta de la Covadonga y la del Huáscar! Mientras el comandante del monitor peruano hacía todo humano esfuerzo por salvar a los náufragos de la Esmeralda, el de la nave chilena se encarnizaba contra los igualmente náufragos de la Independencia, que una desgracia imprevista, no él, había puesto a su disposición, asesinándolos bárbaramente…Sin embargo Chile celebró semejante acontecimiento como la más espléndida victoria de cuantas fueron conseguidas en el reino de los mares desde la creación del mundo…El pueblo chileno sentía la necesidad de celebrar una clamorosa victoria que cubriese ante él y ante el mundo, la impericia desplegada por su escuadra…y festejó como victoria chilena una desgracia del enemigo de la cual fue el acaso el único autor…”.

Cuenta también que en la Cámara de Diputados se presentó un proyecto de Ley para recompensar, entre cuyos artículos se lee: “La goleta Covadonga hábil e intrépidamente dirigida por sus jefes, luchó con la fragata acorazada Independencia y consiguió hacerla encallar y hundirla. Actos tan heroicos servirán de ejemplo a las generaciones venideras…”.

El 28 de Junio, el Comisario General, Sotomayor escribe una carta al Ministro del Interior Varas, y le dice: “Es muy sensible que poseyendo la escuadra tan poderoso material no haya podido aún hacer algo… Sin la providencia que guió a Condell por los escollos en que varó la Independencia, la campaña habría sido una verdadera derrota. Lo digo a Ud. con toda sinceridad y sentimiento, creo que hasta ahora la escuadra peruana ha dado pruebas de mayor audacia que la nuestra”.

Con la captura del Rímac, el mejor transporte chileno, acaecida el 23 de Julio de 1879, el pueblo chileno perdió la paciencia y dio rienda suelta a su malestar por tantos meses contenido ante la ineficiencia de su escuadra. La noticia de la pérdida del Rímac se supo en Santiago recién el 30 de Julio. El 31, el pueblo salió en manifestaciones muy violentas, apedrearon al Ministro de Guerra en la puerta del Congreso; tuvo que salir el ejército para controlar. Hubo muchas renuncias, el malestar era general… Así nos lo muestra la carta del presidente chileno Pinto, a su ministro de guerra en campaña, Sotomayor, que le dice: “La interpelación en el Senado y las escenas vergonzosas acaecidas con motivo de la pérdida del Rímac, me han dejado la convicción de que nunca debimos comprometernos en la guerra.”.

El buque chileno, capturado por la Corbeta La Unión, trasladaba el mejor regimiento de caballería chileno, de 300 plazas con sus caballos, cañones, 300 fusiles, 200 mil tiros de munición, víveres, 1000 TM de carbón inglés, documentos, correspondencia, etc.

Veamos cómo lo cuentan los historiadores chilenos:

Jorge Inostrosa dice: “Al amanecer del 23 de Julio, el vigía anuncia: ‘Barco a proa’; en este momento el Capitán Lautrup, capitán del Rímac, reconoce el buque y grita con suficiencia: ¡Es el blindado Cochrane que aparece!...¡El Cochrane! vocearon todos alegremente!… cuando el estampido pavoroso de una detonación…los carabineros se quedan paralizados mirando hacia proa… ¡Nos están cañoneando desde ese barco, Coronel Bulnes! gritó el Capitán Gana, aturdido por la sorpresa (Bulnes era el jefe del regimiento y Gana era un Capitán de Fragata embarcado para comandar el buque en emergencia frente al enemigo)… el Capitán Lautrup volvía desencajado hasta donde estaban los 2 y con voz descompuesta les advierte ¡No es el Cochrane, señores! Tome Ud. el mando Capitán Gana y salve el barco, ese buque que tenemos al frente es…es, es ¡nada menos que la corbeta peruana Unión!… ¡La Unión! Repitió Bulnes desesperado… ¡La Unión! ¡La Unión! ... corrió la voz en la cubierta despertando maldiciones y palabrotas…”. El hecho es que los 3 terminaron en insultos entre ellos. Los soldados y la tripulación se amotinaron, asaltaron bodegas, cocina, cámaras… ¡El saqueo fue total!

Carlos López Urrutia, dice: “Este desastroso revés para Chile, era el resultado de una serie de ineptitudes…”.

En su Parte Oficial, el Capitán de Fragata Ignacio Gana, dice: “…hice alistar la bandera de parlamento que fue izada y el fuego cesó en el acto... el buque fue entregado bajo parlamento… el honor de las armas de Chile se ha salvado incólume…”.

Es bueno aclarar que el Rímac era un buque artillado, tenía 5 cañones más poderosos que los de la Unión, y ni siquiera intentaron defender el honor de su bandera. ¿Cómo puede decir en su Parte Oficial, que el honor de las armas de su país se ha salvado incólume?

Ese honor ya fue mancillado al izar la bandera de rendición, y se completó cuando un coronel y dos comandantes uniformados de gala, entregan el pabellón de su patria a un Teniente Segundo de la Unión, quien toma posesión del buque presa, en nombre del gobierno del Perú.

Para terminar, quisiera relatar algo sobre las correrías de la pequeña cañonera Pilcomayo al mando del Capitán de Fragata Carlos Ferreyros, en el mes de Julio.

Jacinto López, dice: “La Pilcomayo, un buque de madera de 600 toneladas y 4 millas de andar, el buque más débil del Perú, desafiaba el poder de la escuadra chilena… haciendo una audaz y feliz excursión a Arica y Tocopilla, se encontró con el blindado Blanco que la persiguió desde las 11 am del día 6 de Julio hasta la mañana del día siguiente, en que el blindado desistió de la persecución y en la tarde la cañonera fondeó en Arica, Esta osada y afortunada excursión de la Pilcomayo, causó una honda impresión de asombro y humillación en Chile.”.

El chileno Gonzalo Bulnes, dice: “Lo que tiene de irritante es la confianza con que el barco más débil de la Armada Peruana se lanzaba a amagar la retaguardia del sector costa que dominaba nuestra flota. El país se pregunta con irritación ¿porqué no lo hacía la nuestra que tiene una potencia ofensiva y defensiva muy superior?”.

El 7 de Julio, el comandante general de la marina, abogado Eulogio Altamirano, escribe una carta al ministro del interior, Antonio Varas, y entre otras cosas, le dice: “Es cosa que ya comienza a desesperar, esto de que los peruanos están ejecutando actos de verdadero arrojo; porque venir la Pilcomayo a Tocopilla a destruir lanchas a las barbas de nuestra escuadra y venir sola sin miedo a nuestros blindados, es algo que no se explica.”.

A esas inexplicables acciones de los marinos peruanos de hace 132 años, que son iguales a las que llegado el momento haremos quienes –a mucha honra- somos los herederos directos y miembros de la Gloriosa Marina de Guerra del Perú, al igual que lo haría cualquier peruano bien nacido que usa un uniforme de la Patria, como son nuestros hermanos del Glorioso Ejército Peruano, la Gloriosa Fuerza Aérea del Perú y la Gloriosa Policía Nacional del Perú, es a lo que el historiador venezolano, Jacinto López, llama “el milagro”. Dice así: “Que el Perú hubiera podido sacar sus buques al mar y combatir durante tantos meses contra la superior y preparada escuadra chilena, e impedir hasta Octubre la invasión de su territorio…es el milagro de la guerra naval en la Guerra del Pacífico”. ¡Ese fue un milagro, por lo increíble!

Ahora vamos a tener otro milagro, un milagro por lo largamente esperado, y lo vamos a tener después de 30 de años de irresponsable abandono de los asuntos de la seguridad nacional. El Perú está en un estado de total indefensión, como resultado del progresivo abandono a partir de 1980, en una actitud rayana en la traición a la Patria, por el solo hecho de una inexplicable antipatía a los miembros de las FFAA y la PNP y sospechosas simpatías anti peruanas, tanto allá por los años 70 del siglo XIX, como por los 80 y siguientes, del siglo XX, hasta el presente año, en que el –felizmente- ya acabado gobernante, en el colmo de su odio personal a los uniformados, increíblemente salió con su propuesta del “desarme”… sin importarle abandonar sus obligaciones constitucionales con la defensa nacional. Llegará un día en que la Patria demande a todos ellos, por el abandono de su deber.

Como Dios tarda pero no olvida, por fin tenemos un buen equipo para estas responsabilidades: el señor Presidente de la Republica y su Ministro de Defensa, sí saben de esa sentencia que dice: “Si quieres vivir en paz prepárate para la guerra”, y de esa otra que dice: “Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla”.

Los peruanos somos muy especiales. Dennos algunas armas, y esa historia no se repetirá… Ante la decisión de todo un pueblo, no habrá poder que se imponga… somos hombres y mujeres dispuestos a hacer respetar nuestro honor y la integridad de la Patria… ¡y esto lo digo a nombre de todos! ¡Todos somos Miguel Grau, seámoslo siempre!... ¡Todos somos Perú, lo seremos por siempre!...

* Contralmirante MGP. Colaborador de «Foro Geomarítimo». Discurso de Orden de la Sesión Especial de ADOGEN PERÚ en homenaje a la Gloriosa Marina de Guerra del Perú. 10 Octubre 2011.